¿Qué es lo que estamos necesitando hoy en día? ¿Una palabra de aliento? ¿De esperanza? ¿De fortaleza? ¡Sí, eso es lo que todas necesitamos! Y eso es lo que la Palabra de Dios nos brinda cada día. Allí encontramos tesoros de Dios para nuestras vidas.
Así como la vida del ciervo depende del agua, así nosotras necesitamos depender de Dios. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Salmos 42:1-2).
Si llevamos una vida en comunión con Dios será diferente si la vivimos con nuestras propias fuerzas. Porque así nos cansaremos, nos sentiremos frustradas y pronto vendrá el decaimiento.
El desánimo nunca viene solo, sino que trae muchas otras cosas: angustia, enojo, quejas, fastidio, frustración, fracaso. Hasta puede llevarnos a apartarnos del Señor, pensando que no es para nosotras el ser cristiana y sumergirnos en la autoconmiseración. Hace sentir incapaz y hasta puede ser la antesala de la depresión, si no se le pone un freno.
Por la prosperidad de los impíos: “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos” (Salmo 73: 2-3).
Por la demora por alcanzar lo deseado: “La esperanza que se demora es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido” (Proverbios 13:12).
Por pensar que nuestro esfuerzo no vale la pena: “Así que no nos cansemos de hacer el bien porque, si seguimos haciéndolo, Dios nos premiará a su debido tiempo” (Gálatas 6:9).
Eso puede llevarnos a no buscar de Dios, a dejar de orar, no leer su Palabra. De esa manera nos estancamos, sumergiéndonos en los problemas, en vez de mirar al Señor y levantarnos en fe.
Podemos verlo en la vida de Moisés, en Josué, en el profeta Elías, en el rey David, y también en los discípulos camino a Emaús.
¡Qué hermoso saber que todas estas historias tuvieron un final feliz, por la intervención de Dios!
Debemos saber que cualquiera, por más fuerte que crea estar en el Señor, puede resbalar. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). En otra versión dice: “Por eso, que nadie se sienta seguro de que no va a pecar, pues puede ser el primero en hacerlo”. Eso hará que dependamos del Señor cada día y no nos apoyemos en experiencias pasadas.
Así como estas historias terminaron bien para estos hombres de Dios, así también cada una de nosotras tenemos promesas que están en su palabra; que se cumplen. Porque a través de nuestro Dios tenemos la victoria.
“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:23-24).
“¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (Mateo 10:29-31).
“Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan” (Salmos 37:25).
“Muchas son las aflicciones del justo. Pero de todas ellas le librará Jehová” (Salmo 34:19).
“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal” (Proverbios 24:16).
“Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan”. (Romanos 8:28 TLA).
Estemos alertas ante todo aquello que quiera traernos desánimo. Sigue siendo fiel al Señor en la espera, no te desalientes cuando las cosas no salen como deseas. Descansa en la voluntad y soberanía de Dios. Aprende a confiar en Dios. Nunca dejes de ir al trono de la gracia, para comprender sabiduría de lo alto. “He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría” (Salmo 51:6).
Y seamos siempre agradecidas a nuestro bendito Dios, porque Él es fiel. “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:5-6).
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